Cronotopo de la autoridad – Sexto día en la escuela
Tocar
la escuela sabiendo que hoy será la primera intervención de la secuencia
didáctica con los estudiantes, es una sensación ambivalente que se pasea entre
la una emoción agradable y un temor invasor.
A pesar de haber encontrado la realidad escolar, ingenuamente se piensa que todo saldrá como está en el papel, por eso durante de la construcción del plan de clase, casi calculé la frecuencia respiratoria de cada estudiante, sin embargo en el espacio y tiempo indisoluble de la clase todo fue diferente. No calcular aspectos como la hora de intervención y los ánimos que se despliegan a partir de ello, es algo que pasó sin mayor detalle, pero que provocó grandes cambios en lo que tenía previsto.
Mi intervención se dio en la tercera hora de la jornada, es decir después del descanso, para ese momento los ánimos están dispersos y la mente solo tiene un: “por qué se acabó el descanso”, no obstante todo empezó bien, los chicos en silencio y con su atención puesta en la narración del cuento “la niña que no tenía nombre”, hubo un par de tropiezos en la disciplina que se solucionaron con un llamado de atención fuerte y seguro, lo que ninguno sospechaba es que mis nervios querían reventar y que mi voz de autoridad contrastaba con mi corazón tembloroso.
Finalmente se llevó a cabo la totalidad de la intervención, de la que quedaron en mi poder los resultados del esfuerzo de muchos y el cumplimiento por el cumplimiento de otros y aunque hubo un asomo de desanimo por la falta de dedicación de unos tantos, al final sus preguntas de: ¿si vuelve el miércoles? Me hicieron entender que tal vez no hubo mucho desacierto.
En este encuentro identifiqué ciertos problemas de disciplina en los niños de cuarto y quinto que me cuestionan de manera profunda con relación a las intervenciones y estrategias que deben mediar entre la disciplina y el amor. Perder el control de estos grupos no es difícil, de hecho es casi un día a día, sin embargo recuperarlo es casi alcanzar el horizonte.
Con
algunos de los alumnos debí sentarme para hablar de su comportamiento tras una
peleas que debí para con mayor firmeza de la que había mostrado al inicio; su
actitud frente a la retroalimentación me sorprendió, pues al contrario de lo
que pensé, se comportaron conciliadores y responsables de sus acciones,
aceptando su error y comprometiéndose a enmendarlo. A partir de allí me
pregunté si podría hacer ese tipo de intervenciones con los 50 estudiantes de
cada grupo, tal vez el ejemplo y la autoridad me ayuden a no tener que decir
con palabras lo que algunos podrán identificar con actos.
He
identificado además que fuera del aula sus actitudes son diferentes, se muestran
más amigables y sonrientes, no obstante dentro de ellas parecen luchar con
todas sus fuerzas para ganar el poder y minimizar a quien está frente a ellos. Con
relación a esta situación, probablemente no podré cambiar la percepción de
todos, sin embargo espero que al final de mi práctica logre permear la
experiencia de algunos para que se multiplique entre ellos el placer de
aprender, no solo por miedo del castigo sino por la importancia que la lógica
del aprendizaje les enseñe y que el aula más que un campo de concentración, les
parezca el templo sagrado del conocimiento.
Cronotopo del empoderamiento – Quinto día en la Escuela
Segundo día de clase, segundo día de
ser profesora y de ser reconocida como tal, segundo día de enfrentarme a mas de
40 chicos, que van a la escuela con 1001 expectativas, o que simplemente llegan
sin alguna.
El segundo día de mi clase,
catastrófico, casi caótico, no por la clase, sino por como inició. Mi profesora
cooperadora no llegaba, y yo frente a semejante monstruo de grupo esperando
indicaciones. Una de las profesoras me indicó que la directora de grupo tenía
una calamidad y que afortunadamente yo estaba allí para encargarme de acompañar
a 4°3 durante toda la jornada.
Y ahí estaba yo; un mundo, frente a 40
mundos diferentes, un sujeto, frente a 40 sujetos diferentes, una voz tratando
de silenciar 40 voces diferentes, un cuerpo tratando de dominar 40 cuerpos
diferentes.
¿Qué hacer cuando el dominio del grupo
no es lo que esperas? ¿Qué hacer cuando la teoría, no te sustenta la práctica?
¿Qué cuando los paradigmas pedagógicos no te enseñaron como silenciar un grupo
de 40 estudiantes que están entre los 9 y 11 años?
En fin, en ese momento reafirmé, que
si bien la teoría es importante, el mundo de la experiencia es insondable y
cada minuto es totalmente diferente en cada cabeza y aunque se comparta el
tiempo, cada circunstancia siempre será distinta; los que se sientan atrás,
nunca serán iguales a los que se sientan adelante, cada niña es diferente y
cada niño tiene una construcción de mundo lejana a la de su compañero de
asiento; y así iba transcurriendo minuto tras minuto la que sería mi primera
experiencia sola con un grupo. Y esto sucedió en mi práctica de
contextualización, donde se supone que mi guía que soporta mi actuar y me
orienta a realizarlo mejor si mi pie tropieza, pero en el mundo docente nunca
estará algo totalmente estructurando, pues la experiencia que nos construye en
ocasiones está soportada en la sorpresa.
Empecé con la típica presentación, la que
escuché una y otra vez de mis profesores de primaria: “Buenos días muchachos,
mucho gusto, yo soy la profesora Laura,
los estaré acompañando hoy porque la profesora Ángela no pudo venir, lo que necesiten
con gusto. Recuerden las normas de clase, respetar la palabra del otro así que
por favor les pido que cuando yo esté hablando me escuche y de la misma manera
con sus compañeros”. Uno cree que son
palabras mágicas, que en cuento se termina el discurso todo el mundo estará en
silencio, pero no, pareciera que son palabras cargadas de psicología inversa,
cuando terminas el discurso te das cuenta que 4 no te prestaron atención desde que
iniciaste, 5 están tratando de quitarle el cuaderno al nuevo, 1, el más atrevido,
está tratando de conquistar a la nueva y así varios episodios que te hacen
pensar que alcanzar la atención de ellos es casi una odisea, pero finalmente se
logra y empiezan a verte como la figura de autoridad.
Ahora sí, iniciamos la actividad de la
clase; cada uno pensaría entonces, cómo se veía a 5 años, me pareció algo
impertinente la actividad, a solo 5 años… pero bueno, ya era una actividad
asignada previamente y no me quedaba más
que ser coherente y continuar con ella, igual me parecía ridículo que se
pensaran a 5 años, tal vez para ese tiempo estarían en el mismo puesto en el
que se ubicaban para ese momento, seguramente en el mismo colegio y comprando
el mismo cuaderno de comuniquémonos para hacer la socialización de la primera
semana de clase; algunos estarían en octavo, otros en noveno atados a las
mismas reglas de la escuela, dependientes económicamente de sus padres, pero
bueno, finalmente todo ya estaba en marcha. Pensé que los pies no me
alcanzaría, ni los oídos, ni las manos, ni la cabeza, para atender 40 solicitudes de: “profe no se qué hacer”, “profe
no entiendo”, “profe ¿cómo me está quedando?”; es casi gracioso pensar que 1 profesor
puede atender a 40 estudiantes. He ahí el dilema de nuestro sistema educativo,
y aun así, hay monitores y un estricto sistema de gestión de calidad
verificando que cada punto administrativo sea llevado de manera correcta e
impecable, que las adaptaciones curriculares para quienes necesiten atención
especial estén al orden del día y funcionando de manera ideal. Afortunadamente
para este caso no tenía casos especiales a simple vista, pues no sabría como
concentrar mi atención a 1, mientras 39 reclaman cuidado urgente.
Y ahora, el mismo dilema de la clase
anterior, como hacer comprender la lógica de la actividad cuando yo misma
estaba en desacuerdo con ella, ¿qué hacer con el que no quiere trabajar, con el
que no está motivado? ¿Qué hacer con el que no sabe qué hacer? Pues bien, el
mínimo tacto docente que brinda la teoría logró ayudarme un poco, les expliqué
que lo que estuvieran haciendo en ese momento para sus vidas, debía ser
perfeccionado día a día, de modo que en 5 años fuesen excelentes en ello y
reconocidos por su alto rendimiento en: el futbol, el ejercicio físico general,
el tenis, la escritura… y así logré otro objetivo, sacar del aula las
actividades, contextualizarlas para el funcionamiento cotidiano; espero que al
menos uno recuerde que donde ponemos nuestro esfuerzo hoy, recogemos triunfo
mañana.
Cuando se terminó la actividad, yo no
sabía qué hacer, eran como ceibas gigantes que se imponían frente a una pequeña
flor.
Pedí permiso a una de las profesoras
del colegio para salir del salón, entonces puso bajo mi responsabilidad el
comportamiento y salimos del aula para ir a la cancha, jugamos un rato y
descubrí otras palabras mágicas que no funcionan como esperamos: “salgamos
todos, vamos a jugar”, no todos quieren jugar, no todos quieren “diversión” y
4°3 no era la excepción; mientras la mayoría jugaba otros estaban en las gradas
y que hacer… continuar jugando o llevarlos al salón…buenos pues seguimos
jugando hasta que se activó el timbre para el descanso… en realidad mi
descanso.
Entre actividades varias iba finalizando
la jornada de 5 horas, y vino otra palabra que por el contrario a las
anteriores no pensé que estuviese tan cargada de magia: profe; esa palabra llena el
alma, finalmente ante las vicisitudes, ante los inconvenientes, se impone algo más
grande, la alegría y el orgullo con el que se escucha la palabra profe, después
de todo se acercó el ocaso de la jornada, 5 horas frente a ellos tratando que
me reconocieran y de reconocerlos, una jornada llena de variaciones anímicas en
las que debía moverme entre lo tradicional y lo nuevo. 5 Horas después escuché
una frase que me llenó el alma y que borró cualquier asomo de duda con relación
a mi profesión, uno de los chicos me dijo: “Profe, gracias por enseñarnos algo
diferente hoy”. No sé que sería lo diferente, no sé qué fue lo que aprendió,
tal vez solo aprendió a imaginar un poco mas; pero pensar en que ese
sentimiento de gratitud se genera en un niño, en que un sujeto pueda agradecer
el hecho de que otro le enseñe, me dice que elegí el camino correcto, creo que no
me equivoqué, quiero seguir llenando mi corazón de esa palabra por mucho tiempo;
no importa que en mi no haya ese sentimiento romántico e idealista con relación
a la educación, ya no quiero lograr cambiar el mundo, pero lograr que uno
aprenda algo diferente me motiva a continuar afinando mi tacto docente.
A
pesar de ser el cuarto encuentro en la IE José Asunción Silva, mi corazón late
tan fuerte como si la experiencia a enfrentar fuese totalmente nueva; de hecho,
bajo muchos aspectos lo es. Hoy por primera vez seré vista como una profesora
ante un grupo completo, que ha llegado a su primera semana de clase expectante.
Los pasillos y paredes hacen eco a la soledad que se presenta en el José Asunción Silva; si bien hay personas que están dentro del establecimiento, la vida real ha migrado a otras estructuras llamadas casas.
Cronotopo del aula – cuarto día en la Escuela
Llega
el momento de mi presentación frente a 5°1, la mirada inexpresiva de algunos me
intimida, sin embargo la sonrisa simpática de otros logra devolverme la calma.
Es
primera semana de clase, entonces será necesario de manera irrevocable, la
fijación de reglas que regulen el comportamiento de los estudiantes; para esta
actividad la profesora debe ausentarse y entonces soy yo quien debe quedar
frente al grupo, dirigiendo no solo la actividad sino la disciplina. Todo
marcha bien, la participación es activa pero no irreverente y estridente; todos
fijan reglas que creen importantes y lo hacen de manera respetuosa.
Posteriormente
mi profesora cooperadora Ana Lucía
Sánchez, quien no está de más decirlo, me permite tomar confianza con los
estudiantes y de manera clara me asigna el rol de autoridad frente a la clase
haciéndolo entender a los chicos delega en mi la responsabilidad de socializar
la reseña histórica del colegio, el tema aunque algo tedioso para los chicos,
empieza a tornarse interesante cuando ellos obtienen el protagonismos al dar
cuenta clara y correcta de lo analizado.
Durante
el ejercicio apliqué una de mis premisas pedagógicas, la que espero me siga
acompañando durante mi trasegar docente; esta se refiere a enseñar la lógica de
lo que se aprende, de modo que el conocimiento no queda tatuado en la mente
como concepto imborrable, sino que se transforme en aprendizaje significativo y
que halle su importancia a partir de la contextualización; al hacer el
ejercicio de explicación sobre, para que es importante conocer la historia de
la escuela, siento que cada uno permitió que sobre si fluyera mas el
conocimiento, de modo que la memorización vacía no era el método, sino la
aplicación de la historia a lo que actualmente se conoce.
Después
de allí, todo transcurrió con normalidad en esta jornada de socialización
institucional, formando comisiones de grupo para ser líderes en diferentes
tareas del grupo, comprendiendo las reglas y adaptándose a la calidad.
Al
finalizar, la comisión de aseo inicia su labor:
Y
así termina este día, rememorando a través de ellos mi época de escuela, esa en
la que se confunde la niñez con la adolescencia, en la que hacer el aseo es
aburrido, pero que evitarlo es casi fatal.
Cronotopo de las paredes – tercer día en la Escuela
Los pasillos y paredes hacen eco a la soledad que se presenta en el José Asunción Silva; si bien hay personas que están dentro del establecimiento, la vida real ha migrado a otras estructuras llamadas casas.
Cada
uno de los espacios que se resignifican día tras día por la enérgica
experiencia de los estudiantes, ahora se tornan grises, expectantes al ingreso
de quienes son sus dueños y señores; a quienes han sabido hacer de cada pared,
cada silla, cada espacio parte fundamental para compartir con ellos las 25
horas semanales que corresponden a la jornada estudiantil.
Observar
el espacio y el tiempo detenido, permite entonces contemplar y profundizar
sobre los roles administrativos, sobre la organización de la institución, sus
programas, formatos, diligencias y procesos, que no tienen asentamiento en el
vacío sino en los actores protagonistas del proceso educativo: los estudiantes.
Durante
la jornada tuve un acercamiento meramente estructural y administrativo,
comprendí entonces que si bien el saber específico es fundamental, el contacto con el otro es lo
que realmente me permitirá crecer en la labor docente, es el componente humano
lo que motiva el logro del los objetivos
académicos; comprometerse con las teorías y conocimientos epistemológicos –en
mi caso- serán orientados en procura de los estudiantes, quienes finalmente
hacen posible la renovación del ser diariamente.
Cronotopo de la observación – segundo día en la Escuela
Nuevamente
se abre el telón de la escuela y me siento menos atemorizada que en la primera
puesta en escena; en este acto muchos de los actores escolares ya han ido a
descansar después de una función que duró 10 meses en cartelera inmodificable.
No
obstante cerradas las funciones, muchos de ellos no salen de sus camerinos, al
parecer las casas en las que viven son menos placenteras para estar que la
escuela, el lugar que está satanizado por muchos jóvenes.
Fue
una gran sorpresa saber que a pesar de encontrarse en vacaciones había alumnos
desde las 6:45 am esperando que se abrieran las puertas del colegio para entrar
y ver una película, en lugar de estar en sus casas descansando; allí comprendí
entonces que la escuela trasciende la función académica y que su función social
es prominente sobre las demás, en este orden de ideas se puede identificar que
mientras para algunos chicos la escuela es una parte, para otros lo es todo y
el contexto familiar y social al que es sometida la experiencia de algunos
niños y jóvenes excede su capacidad misma de recepción a ella, por lo que sus
métodos de escape, aunque “poco comprensibles” son lo más cercanos a la
tranquilidad para ellos.
La
jornada transcurrió normal, durante esta continué conociendo un poco sobre el
orden administrativo escolar, identifiqué formatos creados para dar
cumplimiento cabal al sistema de gestión educativa y para dar mayor control y
cumplimiento a los menesteres propios de la gerencia escolar. Conocí además
algunas hojas de vida de los estudiantes de quinto, quienes para el siguiente
año serían ya preadolescentes, ávidos de exploración y descubrimiento; entre
ellos conocí uno de los que consideran que la galantería derrumba el criterio de cualquier mujer,
pensar que decirle linda y guiñar el ojo a la “profe nueva” es muestra de
madurez y tenacidad frente a ella, es la concepción que tuvo el chico que con
una sonrisa coqueta intentó halagarme, sin embargo el cuadro mismo me pareció
absurdo y peligroso, pues me cuestioné sobre mis futuros trabajos en colegios
con grupos de jóvenes, ¿cómo contener la avidez hormonal de los jóvenes, cómo
se media la necesidad de coquetería con el respeto y la autoridad docente?.
Nuevamente
termina un día lleno de interrogantes y satisfacciones, un paso más que va
asegurando un camino correcto.
Cronotopo de la experiencia – primer día en la Escuela
La teoría llena un recipiente, pero la experiencia envuelve y transforma el alma.
Dar el
primer paso siempre representa un cambio en el sujeto, este produce cantidad de
sensaciones tanto a nivel corporal como emocional.
Mi
primer paso lo di con el ingreso a la Universidad de Antioquia, al programa de Licenciatura en educación básica con énfasis
en humanidades Lengua Castellana, allí comenzó la aventura. Pensé para
entonces que los libros, teóricos y fundamentos epistemológicos serían los
únicos encargados de construirme como maestra, que a la hora de llegar al aula ese
conocimiento sería fácil ponerlo de manifiesto, sin embargo al pasar el tiempo
y específicamente el 12 de noviembre de 2014, abrí mis ojos al 70% de mi
profesión, LA ESCUELA, no la de los libros, los abrí a la REAL, la escuela que tiene
aulas, biblioteca, cafetería, patio para juegos infantiles, canchas, salón
múltiple y otros espacios más que son tangibles, pero que en el hacer diario se
vuelven intangibles con el propósito de que sea el maestro quien los
resignifique.
A las
07:00 am hice mi primer reconocimiento visual a la Institución; grande,
imponente, magnifica se erguía frente a mí la que iba a ser mi centro de
experiencia, de contacto real con mi profesión, este momento lo defino como ‘el cronotopo de la experiencia’.
Después,
estando frente al grupo de docentes pertenecientes a la Institución Educativa José
Asunción Silva, recordé momentos de mi infancia, siendo una niña, aseguraba
que los profesores eran casi inertes, autómatas dedicados a reproducir salón
por salón cosas aburridas que se habían aprendido hacía muchos años, sin
embargo ese día comprobé que sus relaciones son iguales a las de los humanos
“normales”, la comunicación entre ellos es fluida, jocosa en ocasiones y
exacerbada en otras; pasiones que salieron a flote me mostraron que ellos son
de carne y hueso, que muy lejos de mi percepción infantil los profesores
sienten y ahora desde cierta óptica me atrevo a decir que es su obligación
sentir, de lo contrario su práctica docente no tiene sentido.
Durante el primer contacto con los
docentes hubo actuaciones por su parte que me desconcertaron un poco, ya que se
notaba cierta indisposición que causó desconcierto en todos los que por primera
vez pisábamos el arenoso camino de la escuela. Allí había tensiones encontradas:
los maestros en formación teníamos expectativas por nuestro primer
acercamiento al mundo docente real, ¿cómo serán los niños? ¿Qué profesor
acompañará mi proceso? ¿Cumpliré los retos que me planteé? ¿Realmente esta es
la profesión para mí?; en contraste los profesores cooperadores parecían
pensar: ¡Todo el tiempo que estamos invirtiendo en esta reunión y aun hay cosas
pendientes por hacer con los informes de fin de año! ¡Ojalá estos practicantes
den la talla y no pongan más trabajo del que ya tenemos!, incluso algunos de
ellos alcanzaron a verbalizar: “Terminemos esto rápido”, otro: “Yo no quiero
practicantes”, esta última frase causó un muro de choque para todos los que con
ilusión habíamos cumplido puntualmente la cita con la experiencia.
Manuel Restrepo nuestro maestro de
Seminario de práctica, propuso una actividad que empezó a liberar las tensiones
circundantes en el ambiente; esta se trataba de realizar una oferta de sí, en
la que se pusiera de manifiesto lo que cada uno de los asistentes a la reunión ofrecía
y esperaba. De oferta en oferta empezó a mostrarse la cara amable de muchos
profes cooperadores y posterior cada maestro en formación eligió quien, a
partir de allí, acompañaría su camino de práctica en la escuela.
Al finalizar este encuentro y elección
de profesor cooperador, la coordinadora
Hilda Durango hizo un recorrido general desde lo administrativo, mostrándonos los
elementos relevantes del SIG (Sistema Integrado de Gestión) y posterior realizó
un reconocimiento de las instalaciones de la institución, poniéndonos en
contexto con los espacios físicos de la Institución.
Al finalizar el recorrido cada maestro
en formación fue en busca de su profesor cooperador. Cuando me sumergí un poco
en el mundo de mi profesora cooperadora, entendí que los docentes tienen muchos
mundos a los cuales atender, entre ellos
el que guarda el pesado lastre administrativo; allí comprendí un poco el desagradable
episodio con los docentes de la institución, 1000 tareas que realizar en 5
horas, de las cuales 3 debieron ser dedicadas a un grupo de estudiantes
inexpertos, cuyo objetivo único era tener su primer encuentro con la idealizada
escuela. Cuan compleja es la atención a las aristas que subyacen en el enorme árbol
de la educación.
En este primer encuentro debí estar presente
en el refuerzo de inglés, 6 chicos luchando contra el papel que los sometía a
continuar en el aula mientras sus compañeros jugaban plácidamente en el patio.
Algunos de ellos comprometidos con su
recuperación avanzaban satisfactoriamente en el examen, otros parecían
continuar evadiendo la responsabilidad que omitieron durante todo el año y con
actitud desdeñosa e irresponsable fijaban sus ojos sobre la prueba como
reiterando su falta de importancia.
De este primer encuentro, con todos
sus episodios, me surgen mil preguntas y muchos miedos que aun no puedo
responder, tal vez porque la respuesta me la dará el tacto docente que vaya adquiriendo
al recorrer el camino que me he trazado, el camino de docente, ese que nadie
entiende, que solo quien lo eligen puede
amar y tratar de significar.
Finalmente puede decir que, siempre es
difícil para mí dar el primer paso, pero después del segundo no hay quien me
detenga.
Leidy Laura García Grisalez
Maestra en Formación - Universidad de Antioquia
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